jueves, 6 de diciembre de 2007

Nunca

Nunca dejes de agradecer los momentos fabulosos que la vida te obsequia, tal vez nunca se repitan.
No dejes ir las oportunidades que se presentan a tu puerta, tal vez jamás vuelvan a tocar.
Aquí estoy como todas las noches agradeciendo lo aprendido del día, gozando los besos que acompañaron el pasar de las horas, las heridas... esas sólo templan el carácter, te hacen más sensible y perceptivo sobre lo que quieres en el futuro, para que no lo dejes escapar otra vez.
Asertividad, es una ley que debería regir nuestra comunicación, nuestras vidas.
Sé que duele, yo siento ese dolor, al menos tú tienes compañía, un cuerpo donde resguardarte después de tantas heridas, o alguna otra sonrisa donde esconderte mientras pasa la tormenta.
Yo, sólo me tengo a mí, a mi soledad, a mi propia voz, a mis dedos que hablan por mí cuando la mudez se apodera de mis labios. No hay cuerpos que abrazar, no hay sonrisas donde esconderse. Aunque quizá mi desesperación me lleve a romper mi locura en algún calor desconocido, que al amanecer no recuerde mi nombre, que no sepa que soy la autora de tantos crímenes por dagas en versos, asesina serial de lectores enamorados, maestros que sucumben a mis encantos de sirena volcánica.
Pero la vida continúa a pesar mío y es un camino que me puja las espaldas y que además no quiero impedir. No soy una mujer que se sienta a esperar que las cosas le caigan del cielo, que le resuelvan la vida (aunque suena muy bonito escuchar de ti cuando hablas en "nos").
Soy una mujer de más carne que hueso, que siente las estrellas en sus células, que los bombeos del corazón hacen temblar mil emociones en el centro mismo de la tierra, que comulga con el espíritu del universo en una sola parábola.
Quien quiere incluirte.
+ 10 pm y no he cenado. Bye

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