martes, 25 de diciembre de 2007

La mujer

La mujer que les voy a contar
borda corazones humanos en colchas
con sus largos cabellos gris plata,
compra flores los domingos a las diez
para exhibirlas en jarrones transparentes
que permiten ver el agua y los tallos,
prende dos velas al día, una a las doce
y la que sigue a las ocho para irse a dormir.
Esta mujer de sonrisa sin par y sin paz
guarda la crueldad en vasos de cristal
en una gaveta de madera con vino tinto,
ya se cansó de esperar cada cinco de enero
algún vagón del tren de sol de Medio Oriente,
harta de pelear guerras desconocidas,
de descifrar los laberintos que le inventas.
Esta mañana se corta las venas amarillas
en las notas de cada guitarra de las horas,
sufre sin poder esconderse en un concierto,
de levantar los pañuelos de amargura de otros,
porque le mueren los besos de sol matutinos
y la sobredosis de amor pasional en los cabellos.
La mujer que les voy a contar
a punto de morir está en un jardín
de grandes alas de olvido.

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