Era el eco de la foca
lo que escuché en tu boca,
era el canto de las tortugas
que milenarias viajan por el mar.
Fue un beso hambriento
entre derrumbes y maremotos,
fue el eco de tu sonrisa
quien llamó a la medusa.
Tarde es para almorzar
y no sabes si es al final de la mañana
o al principio de la tarde,
los domingos serán feriados
pero tu ausencia es latente,
brinca de nebulosa a luceros
entre los barrios olvidados por la gente.
El hambre en mi estómago
el hambre en los labios
pronto me iré comiendo de a poco
sólo quedará el eco de lo que fuí
la grana de la última cosecha
el polvo en las copas del bar.
Flor González
9/12/07 Sedando al corazón
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