viernes, 12 de febrero de 2010

A Juan Emilio

Naces de la corteza de un árbol,
de mirada serena, tarde melancólica,
hojas caen de tus cabellos,
doradas, verde seco, café olvido.
Creces en la Alameda sin cerezos
con música de Bach en los hoyuelos.
Confundiste la respuesta amorosa del viento
y te fuiste con el último destello,
tras el beso perenifolio
de tu infante recuerdo.

El pasado guarda tu imagen
alegra tus invisibles pasos,
te veo en los pájaros
que acuden a mi ventana,
te siento en la brisa
que acaricia mis mejillas,
mis lágrimas vierten el amor
y la admiración que por ti sentía.


Con un cariño profundo, van estos versos para mi estimado amigo Juan Emilio Caltzonzin Mendoza, quien dejó el plano físico el pasado 5 de febrero de 2010, pero quien por la gracia divina me acompañará eternamente en lo espiritual, porque nuestro mutuo cariño y admiración no tiene fín.
Pido al Dios Creador de la Vida y del Universo que colmen de bendiciones a su hijo Juan Emilio y que el goce eternamente de la más maravillosa de las felicidades! Así sea, Así sea, Así sea.