lunes, 12 de noviembre de 2007

Hotel... sin ti

El frío de la habitación
congeló su espina dorsal,
mas su corazón
de grietas naranjas
palidecían ante la ausencia.
Sentarse al borde
del precipicio de sus sábanas
emblandecían sus tobillos
donde se fueron safando
una a una, las zapatillas.
El viaje fue tranquilo
pero faltabas tú,
en las paredes no hay cuadros
de espaldas a galope,
ni huellas en el suelo
de juegos indios, al desnudo.
La húmeda almohada
no sustituye tus brazos
ni el olor de tantos años.
La regadera llueve
fina adrenalina de soledad,
acompaña vapores
de bano sudor,
burda analogía de tu calor.
El hotel no es un hogar
pero es lo más cercano a ti,
al amor del armario,
de vestirse de prestado,
sin cámaras ocultas,
ni reflectores del pasado.
Armarse de valor
para romper la extensión
que impulsa a calzarse
en pos de tu sombra,
después de dos horas.

(Cliente de paso en un hotel
con escaleras de humo
y elevador de emociones
sin salida de emergencias
so pretexto de pasión encendida.)

Flor González

12/11/07 Robando ideas.

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